TERMINAMOS LO QUE INICIAMOS: ORGANIZANDO NUESTRO TIEMPO

Fotografía de Ethan Medrano en Unsplash.

Fotografía de Ethan Medrano en Unsplash.

Por Gudrun.

Tener una rutina suena fácil porque es cosa de cada día, pero no es lo mismo generarla de manera involuntaria a crearla a partir de la organización y jerarquización de nuestras metas. Esto nos obliga a dejar de lado el más grande de los pretextos: No me dio tiempo.

La organización nos ahorrará momentos de estrés y de frustración, que al convertirla en un hábito nos llevará a terminar todo lo que iniciamos, y muy importante, lo que vale la pena hacer.

De inicio debemos sentarnos con nosotros mismos y establecer nuestras metas a corto, mediano y largo plazo. De ellas depende nuestro plan de vida y cómo lo vamos a organizar. Esto nos va a llevar a desechar actividades y a posponer otras. Debemos mantener el camino hacia las más importantes y aprender a decir que no cuando algo nos va a desviar. Se trata de apegarnos a nuestro plan y evitar contratiempos.

Debemos sentarnos con nosotros mismos y establecer nuestras metas a corto, mediano y largo plazo.
 

Tomemos como ejemplo leer. No a todos nos gusta, pero siempre hemos tenido un libro como propósito. Si es de un tema profesional, sin duda lo debemos terminar. Si es algo recreativo que nos está gustando mucho y nos llena de manera personal, también. Pero, si es uno de los que salió publicado en una lista de “Libros que todo intelectual debe leer” y no está siendo de tu agrado, déjalo. No vale la pena seguir con algo que no nos satisface ni tiene un propósito real en nuestra vida.

Esta es la jerarquía que vamos a aplicar en todas nuestras actividades. Antes de enlistarlas recomendamos realizar un horario muy similar al que hacíamos para nuestras clases, donde marcábamos con nuestro color favorito la hora del recreo. La diferencia será que este horario tendrá marcadas nuestras veinticuatro horas y los siete días de la semana.

Ahora sí, enlistamos nuestras actividades y después las jerarquizamos. Por ejemplo:

  1. Horas de sueño.

  2. Comida.

  3. Transporte.

  4. Clases.

  5. Trabajo.

  6. Tareas (académicas y del hogar).

  7. Ejercicio.

  8. Recreación.

Las horas de sueño son muy importantes y de preferencia no negociables, al igual que la comida, pues son un tema de salud.

Luego se encuentran horas establecidas por obligación, incluyendo tiempos de traslado. La escuela, el trabajo, trámites, compromisos.

Las tareas del hogar, como ir al supermercado, lavar ropa, mantener nuestro lugar limpio; son necesarias para nuestro día a día, por lo tanto, no podemos posponerlas, pero sí repartirlas en diferentes días.

Las tareas académicas tampoco se pueden hacer a un lado, pues son nuestro compromiso y responsabilidad, el proceso de nuestro desarrollo, la práctica que tanto necesitamos. No dejaremos todo para último momento, para esto estamos realizando un horario, el cual nos permitirá dividir la tarea a través de los días de forma que no nos harte. Lo que también debemos trabajar en este apartado, es nuestro conflicto con la autoridad (se vuelve un reto cuando alguien nos da una orden), nuestra tendencia a la perfección (pretexto para evitar complicaciones) y el miedo a tener éxito (implica mayor responsabilidad).

Son nuestros objetivos y no los de alguien más los que serán cumplidos si logramos organizarnos.
 

El ejercicio dependerá de la rutina que se tenga, se hace diario o ciertos días a la semana. Por último, está nuestro momento de recreación. Salir con nuestros amigos, leer, ver televisión, pasear, etc. No por ser el último es el menos importante, pues de no tener estos ratos en nuestro día, llegaríamos a la fatiga. Descansemos entre una actividad y otra, para evitar saturarnos.

Debemos ser muy honestos al momento de jerarquizar. No podemos dejar de hacer tareas por asistir a un concierto. La sugerencia es realizar cada actividad según la demanda de energía. Así, dejar al final del día el momento recreativo como un premio a nuestro esfuerzo y con fines de relajación.

Olvidemos la idea de que por ser artistas nuestra vida es desordenada y caótica; que vivir con ojeras y dependiendo del café es normal. Que por ser mexicanos vamos a llegar tarde a todos lados. Que si me dejan tarea puedo no hacerla porque no la creo necesaria. La realidad es que, sin una disciplina y organización, nuestras metas se convierten en inalcanzables y nuestro compromiso, dudoso.

La creación de un hábito toma varios días. Recomendamos tener este horario en un lugar visible, donde podamos consultar nuestro plan semanal y de ser necesario programar alarmas que nos apoyen para cumplir con cada actividad. Ser pacientes con nosotros mismos; son nuestros objetivos y no los de alguien más los que serán cumplidos si logramos organizarnos. Al final, terminamos lo que iniciamos.

 

«El único modo de tener tiempo es tomárselo.»

-Bertha Eckstein Deiner

 

Referencias:

  • Luna, Miguel. Organización del tiempo. Consultado el 05/12/19 https://clinicadeansiedad.com/soluciones-y-recursos/prevencion-de-la-ansiedad/organizacion-del-tiempo/

  • Gabinete Psicopedagógico. Organización del Tiempo. Universidad de Granada. Consultado el 09/12/19 https://www.ugr.es/~ve/pdf/tiempo.pdf

  • Artinside. Terminamos lo que iniciamos. Consultado el 10/12/19 https://www.artinside.com.mx/articulos/terminamos-lo-que-iniciamos


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